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Cómo acorralar al ruido
- Las viviendas anteriores al año 2009 se construyeron sin criterios acústicos y soportan demasiados decibelio
El ruido es una de esas epidemias que atenaza y amenaza al mundo civilizado. Y, sin embargo, la calidad acústica en la edificación es un concepto al que no se ha prestado atención hasta hace unos pocos años.
Hasta 2009 -año en el que entra en vigor el Documento Básico de Protección Frente al Ruido, como parte del nuevo Código Técnico de la Edificación-, todas las viviendas se habían construido sin atender a criterios acústicos. «Hay que tener en cuenta que la normativa previa, del año 1988, era muy poco restrictiva y permitía que las casas soportasen demasiado ruido en su interior». Así, cerca del 60% de los pisos españoles tiene «paredes de papel».
A partir de 2009 se elevan las exigencias en acústica. Y, aunque las viviendas que se construyen en la actualidad están bien aisladas frente al ruido, «todavía tenemos camino que recorrer para igualarnos con el resto de Europa»
En España tres de cada diez ciudadanos padece en sus casas ruidos procedentes del exterior (tiendas, bares, obras e infraestructuras de transporte cercanas al domicilio, como aeropuertos, carreteras y autobuses). No menos molestos son los generados por los propios vecinos: ronquidos, gritos, pisadas, golpes, sillas que se mueven, programas de televisión, instrumentos musicales… Y los que provocan las instalaciones de la finca (ascensores, cierres o puertas).
Hay distintos tipos de ruidos. Por ejemplo, «el de impacto es el producido en un forjado por las pisadas, caídas de objetos o arrastre de muebles ocasionados en la vivienda superior y percibidos en la inferior. Pero dicha percepción no solamente está producida por la acción directa sobre el forjado, sino también por las vibraciones que se transmiten a la tabiquería del piso inferior, al estar ambas particiones en contacto y sin ningún elemento que las aísle entre sí».
En general, las legislaciones europeas marcan el límite de 65 decibelios durante el día y 55 de noche. A partir de 75 decibelios se considera que la contaminación acústica es severa y que puede afectar a la calidad de vida de los ocupantes de la vivienda, cuenta González. Y a su salud, porque provoca trastornos del sueño, estrés, irritabilidad y alteraciones del ritmo cardíaco.
La solución más eficaz pasa por insonorizar directamente la superficie del vecino con la instalación de un suelo flotante (que no está sujeto) con elementos aislantes. Pero como eso no suele ser posible, «con el aislamiento de nuestro piso, conseguiremos una reducción muy importante del ruido».
La actuación consiste en colocar un techo suspendido que permite alojar en su interior el aislamiento con un sistema antivibratorio que conseguirá reducir el ruido. Si esto no es suficiente, habría que completar la obra interviniendo en las paredes con trasdosados autoportantes de placa de yeso laminado, es decir, crear una cámara de aire entre el muro soporte y la placa y rellenarla con material aislante.
¿En cuánto es posible reducir la contaminación acústica? Depende de la solución constructiva. «El problema del ruido es que se escapa por diferentes medios y en algunas ocasiones para evitar un determinado ruido se debe realizar una actuación especifica para cada inmueble detectando puentes acústicos». De momento, colocando en la pared del usuario afectado placa metálica, lana mineral y placa de yeso se mejora un 30% el aislamiento acústico. En la práctica, «dejaremos de oír roncar al vecino, los programas de televisión, cadena de radio, etc..)
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